miércoles, 14 de enero de 2009

Uruguay año 2002: Crisis en la banca, análisis y reflexiones


Vamos a tratar aquí hechos del pasado, hechos desafortunados y penosos que Dios quiera no vuelvan a repetirse.

En las siguientes líneas reflexionaremos brevemente sobre las condiciones de entorno que permitieron el desarrollo de la última crisis financiera y bancaria en Uruguay, la que como se recordará principalmente se desencadenó a partir del año 2002.

E iniciaremos este análisis planteando dos importantes preguntas: ¿En algún sentido pueden hacerse responsables al ex Presidente Jorge Batlle, o al ex Ministro Alberto Bensión, o a los jerarcas de la época del Banco Central del Uruguay, en relación a las falencias de hecho luego constatadas respecto de los controles financieros realizados al Banco Comercial del Uruguay en el período 1990-2002? ¿Acaso las autoridades uruguayas de la época (léase: Ministerio de Economía y Finanzas, y Banco Central del Uruguay) fueron complacientes u omisas en cuanto a los controles realizados sobre las operaciones financieras de dicha institución bancaria?

Con toda evidencia, muchos de los funcionarios y de las autoridades de esas dos instituciones estatales uruguayas tenían una sólida formación académica y una buena trayectoria funcional, y ello ciertamente merece cierto grado de respeto. Obviamente, muchas son las cosas que en particular podrían objetarse al ex Ministro Alberto Bensión: imprevisión, negligencia, descuido, torpeza… Pero sin duda debemos reconocer la buena capacitación técnica de ese ex jerarca.

Reflexionemos: Si obligamos a un excelente cirujano a operar sobre la mesa de una taberna, en ausencia de una buena asepsia e incluso con iluminación insuficiente, no tenemos luego el derecho moral de increparle por la muerte de su paciente.

La crisis financiera y bancaria del año 2002 en Uruguay fue muy profunda y muy grave (por debilidades internas y por problemas externos), y por ende, y en consecuencia, ciertamente fue extremadamente difícil de detectar y de solucionar. Con certeza, es relativamente fácil desarrollar una mala actuación cuando se obliga a alguien a bailar con la más fea.

Claro, para la oposición política le fue cómodo señalar que fallaron los controles del Banco Central del Uruguay, pues sin duda las consecuencias negativas podrían haberse evitado o atenuado, si se hubiera supervisado más de cerca al Banco Comercial del Uruguay, y al Banco de Montevideo, y a la Caja Obrera, y al Banco de Crédito.

En lo personal sin embargo preferimos suavizar estas críticas, y orientar las reservas y los reproches a las condiciones de entorno en las que esos controles tuvieron que ser efectuados, así como a las bases mismas del sistema financiero.

Reflexionemos: Si ponemos a un guardia de seguridad a cuidar la entrada de un edificio en un barrio que está frente a un asentamiento, no podemos responsabilizar a esa persona porque justo tiraron una pedrada a un vidrio cuando el funcionario fue por un momento a los gabinetes higiénicos.

Urgentemente debemos hacer una muy profunda reestructura del sistema financiero, tanto en Uruguay como a nivel de todo el planeta. Y nuestros esfuerzos en este sentido, sobre todo deben orientarse a la utilización a nivel general del dinero escritural y telemático.

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